DECIMOCUARTO DOMINGO ORDINARIO

DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO

 

1ªLct.:Zac.9,9-10:Tu rey viene pobre a ti.

Sal.144,1-2.8.9.10-11.13cd-14:Te ensalzaré Dios mío mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás.

2ªLct.:Rm.8,9.11-13: Si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis.

Evangelio: Mt.11,25-30:Soy manso y humilde de corazón.

 

Lo que se espera de un gobernante inteligente y poderoso es que defienda a su pueblo de los vecinos hostiles y beligerantes y los lleve al triunfo y a la victoria. Y el recurso no puede ser otro, en caso de necesidad, el uso de la  fuerza inteligente. Para la memoria y conciencia del pueblo de Israel este gobernante o rey tiene un nombre: David.

Lo sorprendente, dada la experiencia de su debilidad y fracaso, es que se abre otra conciencia, otra esperanza de que en el futuro, el Señor enviará un Mesías ,un ungido humilde que dictará la paz a las naciones. El ejemplo nos lo ofrece el profeta Zacarías: “mira a tu rey que viene a ti justo y victorioso, modesto y cabalgando en un asno”.Así nos describen los evangelistas la entrada de Jesús en Jerusalén en lomos de un pollino visualizando de esta suerte el gesto profético de Jesús.

Nos imaginamos que la construcción de un mundo mejor y más justo requiere poder, inteligencia, arte, destreza. Se trataría  de un asunto de “ ingeniería social” para eliminar todos los males. Pero a pesar de los avances científicos técnicos, loables por otra parte, el mundo continúa sufriendo y a veces por “falta de amor y de sentido”. Al progreso científico y técnico no los acompaña el progreso moral deseable de las personas que habrían de actuar con libertad responsabilidad y solidaridad.

Por eso los profetas, la Palabra de Dios, nos invitan a mirar a este humilde rey y siervo que es Jesús. Así en el fragmento proclamado del evangelio de San Mateo con lo narrado también por el evangelista Lucas sobre este momento , contemplamos a  Jesús  alborozado ,  inundado en la alegría del Espíritu Santo, exclamamando : “Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los sencillos”.

 Un gran exegeta cristiano- hermano separado evangélico, admirado por  Benedicto XVI, Joachim Jeremias- al estudiar profundamente los evangelios observa este apunte singular de Jesús en su relación con el Padre, en su oración al «Padre mío» (Abba) que a los discípulos les tuvo que llamar tanto la atención que han conservado la palabra aramea Abba: Papá, Padre mío, como una joya que describe tan singular y sublime  relación del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo :”nadie conoce al Hijo más que el  Padre y nadie conoce al Padre  sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” .¡Que hermoso y magnífico que en este día pidamos al mismo Espíritu que habita en vosotros” , nos introduzca en este cálido diálogo de amor trinitario.

La humildad del creyente cristiano no significa ignorancia o menosprecio del conocimiento. Necesitamos conocer, saber para formarnos y para ayudar a otros a “ver mejor” y saber “interpretar mejor el mundo como acto de amor” .Pues el hombre no puede vivir sólo de pan sino también de amor ,de sentido y orientación en la vida.

S.Agustín, hombre inteligente y estudioso como sus compañeros, veía cómo su madre,Mónica, tan sencilla y humilde vivía las respuestas a la vida con la seguridad que él ,inquieto, buscaba poseer.

Dos estudiantes entraron en el  departamento del tren y encontraron sentado a uno anciano que desgranaba las cuentas del rosario. Ellos le abordaron proponiéndole que abandonase el rezo pues la religión no tenía nada que hacer con el conocimiento científico y le pidieron su dirección para enviarle un libro que le aclarase este asunto de la religión innecesaria. Aquel buen anciano sacó una tarjeta de visita que decía :Louis Pasteur,Centro de Investigaciones científicas de París. ¡Nos imaginamos el bochorno de aquellos eruditos ignorantes y descolocados.

Soljenitsin en “Agosto 1914”, presenta a dos estudiantes revolucionarios convencidos que la nueva sociedad podría establecer con auténtica y verdadera  justicia. Dialogando con el “Astrólogo”, éste quiere convencerles de que los hombres no lograrán un paraíso aquí en la tierra. Les dice que esta justicia no se puede inventar y establecer a capricho. Lo que se ha de hacer es ¡Adivinar”, es decir estar atentos a la justicia que viene de Dios.   

Señor, concede a tus fieles la verdadera alegría, para que quienes han sido librados de la esclavitud del pecado, alcancen también la felicidad eterna.

Te rogamos ,Señor “…participar con mayor plenitud de la vida de tu reino glorioso…” y  “que perseveremos siempre cantando tu alabanza”   

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