TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

1ª Lct.:Isaías 35,1-6ª.10.:Dios vendrá y nos salvará

Sal.145,7.8-9ª.9bc-10:Ven, Señor, a salvarnos

2ªLct.:Santiago 5,7-10:Manteneos firmes porque la venida del Señor está cerca.

Evangelio: Mt.11,2-11:¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?

 

Seguimos recibiendo el mensaje del Profeta Isaías-compañero inseparable en este tiempo de Adviento-que redunda en su visión del Mesías(ungido, consagrado, enviado, prometido)-y desde las imágenes del desierto y el yermo, del páramo y la estepa, del Líbano, el Carmelo y la llanura de Sarón, recreados, contemplaremos “la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios” .Se regocijarán, se alegrarán como fruto de una intervención poderosa del nuestro Dios.

El sueño del profeta que contempla la debilidad y la enfermedad del pueblo de Dios, de la humanidad, apunta a la acción sanadora con que se acercará a nosotros el Mesías de Dios y nos ofrece unos signos mesiánicos preciosos: “robustecer las rodillas vacilantes, fortalecer los corazones cobardes, despegar los ojos del ciego, abrir los oídos del sordo”. Y fruto de esta intervención cósmica y personal se desencadenará el fruto grandioso sublime de la alegría y el gozo. Y esto porque el Señor viene en persona, trae el desquite, resarcirá y os salvará. Pero no de cualquier forma, no con cualquier arreglo chapucero y transitorio ,sino en plenitud infinita y gozosa, de esa manera altísima y glorificante  que a veces intiuimos e imaginamos y no sabemos cómo expresar :»Me saciarás de gozo en tu presencia , de alegría perpeetua a t tu derecha»(Sal.15)

Este es el contenido de la esperanza del Mesías que anuncia el profeta, que a pesar del dolor y de la tribulación que acompaña a este mundo, también cargado de esperanzas y logros, hay una salida, un remedio, una solución, trascendente. A pesar de los vericuetos y atajos enrevesados del acontecer de la historia que suscita temores y angustias, este mundo no es fruto del azar, de la sin-razón o el pesimismo. Este mundo creado por Dios que le ha concedido la libertad al hombre, a veces tan mal usada, está abierto a la intervención salvífica del Señor” que mantiene su fidelidad, que hace justicia a los oprimidos y trastorna el camino de los malvados”.

Esta corriente de esperanza que sostiene a los justos, a los anawim( los pobres de Yahve), los creyentes ,se prolonga en los profetas y hoy especialmente en Juan el Bautista, -quien desde la cárcel fascinado por lo que oye de Jesús envía a sus discípulos a preguntarle:¿Eres tu el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?

Y Jesús que ensalza a aquel hombre le envía una respuesta cabal, precisa y concreta: los cojos andan, los ciegos ven, los sordos oyen y hablan y a los pobres se les anuncia la buena noticia del Reino. Los signos mesiánicos comienzan a realizarse y a atisbar la presencia de Dios en favor del hombre.

Jesús que le ha devuelto a Juan los signos de la presencia del Mesías de Dios y su acción salvífica envía otro mensaje a sus oyentes ensalzando la figura del bautista:” de entre los nacidos de mujer no hay nadie mayor que Juan el Bautista, modelo de sobriedad y  de saber estar en el mundo y en la vida:” no una caña sacudida por el viento(un veleidoso, caprichoso, insensato, desorientado),no vestido de lujo(ambicioso, altanero, creído, soberbio).No es  un hombre cualquiera .Es un  profeta y más que profeta.

Santiago nos invita a interiorizar estas expectativas ante la venida del Señor.: ”tened paciencia como el labrador que aguarda paciente el fruto de la tierra, mientras la tierra recibe la lluvia temprana y tardía” ”manteneos firmes”. Tened fe acogiendo las palabras del profeta Habacuc respondiendo a una situación difícil para Israel: “El justo vive de la fe.(Hab.2,4, Rm.1,17))” Sí, vivimos de la ciencia, de la técnica, de las destrezas humanas grandiosa, dignas de admiración pero “vivimos de la fe” en que Dios a pesar de tantas calamidades humanas y cósmicas, Él cuando todo esté perdido vendrá para salvarnos. Cuando nos hayamos puesto al lado de la justicia, de los que sufren, de los que necesitan de nosotros hemos de exclamar como el apóstol Pablo. “Sé de quién me he fiado” (2ªTm.1,12).

Este domingo, llamado “Gaudete”, “alegraos”, nos abre a la esperanza y a la alegría que desbordan el corazón. ”Concédenos esperar con fe la fiesta del nacimiento de tu Hijo y poder celebrarla con alegría desbordante”. ¡Qué os parece¡ .A pesar de lo que sucede….¡¡

Que te ofrezcamos este sacrificio como expresión de nuestra propia entrega. .Que la comunión nos purifique de todo pecado

   

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