LIBRO VIII

PSICOLOGÍA DEL DOLOR Y DEL GOZO

Nosotros sentimos gran alegría al oír el relato de la oveja descarriada ,devuelta al redil en los hombros gozosos del buen pastor y al escuchar el relato de la dragma perdida , reinterpretada a tus tesoros…Y es que tú te gozas en nosotros y en tus ángeles, santificados por tu santa caridad .Tú eres siempre el mismo porque conoces siempre y de la misma manera todas aquellas cosas que no son siempre ni de la misma manera. ¿Qué es pues lo que ocurre en el alma para que de hecho sienta mayor placer cuando encuentra o  recobra las cosas perdidas que si siempre las hubiera tenpido? …Siempre la alegría más desbordante va precedida de un tormento mayor…(VIII,3,6-8)

GOZO COMPARTIDO

¡Hala, Señor ,actúa ¡¡Despiértanos e insiste en tu llamada ,entusiásmanos y arrástranos ,deslúmbranos , que transciendan tus dulzuras ,amemos ,corramos ¡No es cierto que son muchos los que retornan a ti desde un abismo de cegurea más profundo que el de Victorino?¿No es cierto que se acercan a ti y son iluminados al dar acogida a tu luz y que cuantos le brindan esta acogida reciben de ti el poder de hacerse hijos tuyos ?Ahora bien, si éstos gozan de poca notoriedad ante las masas ,el gozo de los que les conocen es más reducido, porque cuando el gozo es compartido por muchos es más intenso en cada uno en particular ,pues el afecto y el entusiasmo son contagiosos((VIII,4,9)

RELATO DE PONTICIANO

Y tú,Señor, entre palabra y palabra, hacías que me replegara y me retorciera sobre mí mismo, arrancándome de detrás de mis espaldas, que era donde me había instalado para no verme y poniéndome delante de tus ojos, para caerme conmigo y poder contemplar lo deforme ,sucio ,manchado y ulceroso que estaba…

Pero en aquellos momentos cuanto mayor era el amor que sentía por aquellos de quienes oía contar las sanas efusiones de haberse entregado a ti para que tú los sanaras totalmente, tanto más virulento era el odio que tenía contra mí mismo al compararme con ellos…Tras leer ,cumplidos los 19 años el Hortensio de Cicerón, me había sentido estimulado al estudio de la sabiduría…Y yo desventurado mozalbete, en los mismísimos comienzos de mi adolescencia había llegado a pedirte incluso la castidad y te había dicho :”Dame la castidad y la continencia ,pero no ahora ”.temía que me escucharas enseguida y me sanaras de la enfermedad de la concupiscencia , cuando lo que yo quería era satisfacerla noo extinguirla…Pensaba yo que la razón d e diferir un día para otro el momento de seguirte únicamente a ti desdeñando toda expectativa mundana era la falta de algo seguro adonde encaminar mis pasos .Pero había legado el día en que me hallaba desnudo ante mi mismo y e n que mi conciencia me echaba en cara :¿Dónde están tus bravatas? Tú andabas diciendo por ahí que no estabas dispuesto sacudir la carga de la vanidad por no estar seguro de la verdad .El caso es que ya estás seguro de la verdad y sin embargo,la vandiad sigue avasallándote

(VIII,3,16-18)

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