SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
1ªLct.:Dt.4,32-34.39-40:Reconoce que el señor es el único Dios
Sal.32,4-5.6 y 9.18-19.20 y 22:La Palabra del Señor hizo el cielo
Rm.8,14-17:Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios esos son hijos de Dios
Evang.:Mt.28,16-20:Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo
La conciencia viva y despierta de Moisés se desahoga ante la comunidad israelita reconociendo la gran revelación de Dios: Creador del hombre, emisor de una Palabra grande y percibida por Israel que ha sentido la liberación de la esclavitud de Egipto como una intervención de Dios a su favor. El es el pueblo elegido: “Abre bien los ojos, el entendimiento, la vida y medita en tu corazón :El Señor es único allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra”.
Además un fuerte lazo de unión, un vínculo de alianza y amor encarna esta relación de amor entre Dios y su pueblo elegido:”Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz tú y tus hijos después de ti y prolongues tus días”
Moisés y ahora el salmista con su palabra humana nos envían a la escucha de la Palabra amplificada y trascendida de Dios:”La Palabra de Dios hizo el cielo; el aliento de su boca sus ejércitos porque El lo dijo y existió; el lo mandó y surgió “
Y esta palabra es justicia, derecho, misericordia.:”Que tu misericordia venga sobre nosotros como lo esperamos de ti.
Esta conciencia viva de la grandeza y trascendencia de Dios en el Apóstol Pablo le lleva a ofrecernos otra nota del Dios vivo: Los que de dejan llevar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Libres de temor, arrancados de los enemigos, le sirven con santidad y justicia y exclaman: Abba: Padre, papaíto. Una palabra aramea, mágica, emblemática, rica ,pues , se cree que su permanencia en el original arameo hace alusión a la misma palabra proferida por Jesús para dirigirse con tanto cariño y confianza con el Padre.
La Palabra creadora, eficaz, trascendente habita también en el corazón del hombre. Somos hijos de Dios, somos templos del Espíritu Santo y a Dios “se le adora en Espíritu y verdad” Somos adoradores de Dios.
Jesús, la Palabra de Dios hecha carne, que habla con autoridad y realiza signos de poder, curando enfermos y expulsando demonios afirma conocer al Padre como nadie lo conoce, ser uno con El, venir de El y promete enviar desde el Padre un Paráclito que les revele la verdad plena. Jesús tiene una conciencia de especial relación con el Padre como quien vive permanentemente en comunión con El.
Y ordena a sus discípulos, al ascender al cielo,:”Id y haced discípulos bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” Y aunque se va también les reitera:”Yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo”
Nuestra madre la iglesia fue consciente de esta comunidad de Dios afirmando su Unidad de naturaleza y trinidad de personas en relación y comunión
Los Santos Padre, los teólogos comenzaron a explicar y razonar tamaño misterio con inteligencia y amor, con los conceptos de la filosofía .Construyeron rigurosos edificios sapienciales.,siempre conscientes de que el Misterio nos trasciende.
Por eso la vida de culto de la Iglesia continúa expresándose así: que el admirable misterio lo profesemos con fe verdadera, conozcamos la gloria de la eterna Trinidad y adoremos su unidad todopoderosa.
Y al confesar nuestra fe en la Trinidad Santa y eterna y e su unidad indivisible concédenos encontrar la salud el alma y del cuerpo en el sacramento que hemos recibido.
He aquí el mejor antídoto contra la enfermedad mortal del hombre: el ateísmo duro que encerrando al hombre en sí mismo, lo hunde en la desesperación .
Somos hijos de Dios, por la vida de Jesucristo. Somos templo del Espíritu Santo que desde lo íntimo nos impulsa a ser adoradores del Padre del Hijo y del Espíritu Santo