SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA
1ªLct.:Hch.2,42-47:Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común
Sal.117: Dad gracias al Señor porque es bueno
2ªLct.:1ªPe 1,3-9:Por la resurrección de Jesucristo para una esperanza nueva.
Evangelio. Jn.20,19-31:A los ocho días llegó Jesús.
Los relatos evangélicos nos refieren que los discípulos de Jesús tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos.
A Jesús lo abandonaron, huyeron, lo traicionaron y negaron, se dispersaron. Ahora se reúnen al menos para compartir la pena y la tristeza por el maestro tan querido.
Algunas mujeres alertan que han visto al Señor. Pedro y Juan corren al sepulcro y se sorprenden al verlo vacío.”Juan vio y creyó”.Los dos discípulos de Emaús lo reconocen al partir el pan y “en el ardor de las Escrituras”.Juan lo vuelve a reconocer al lado del lago:¡Es el Señor¡ Y ahora cuando están reunidos aparece Jesús resucitado. Los apóstoles balbucean para narrarnos este acontecimiento excepcional: HEMOS VISTO AL SEÑOR….
No dejan de ser tan racionalista y carnales como nosotros a dos mil años de distancia de estos testimonios. Por eso Tomás, uno de ellos ,que todavía no había gozado de aquella revelación de Jesús resucitado, no da crédito a lo que le dicen sus compañeros: “Si no veo, no creo…”
La exclamación de Tomás:”Señor mío y Dios mío” es una confesión de fe, una respuesta a la gracia de Jesús resucitado que excede su capacidad natural de querer abarcarlo todo, controlarlo y conocerlo todo.
La presencia poderosa de Jesús resucitado es tan desmesurada que sólo con unos “ojos nuevos” y una respuesta desde la fe y desde la gracia podemos acoger esta entrañable y esencial verdad: ¡JESÚS VIVE¡,¡HA RESUCITADO¡. Está lleno de gloria, sentado a la derecha del Padre. Los apóstoles “que vieron al Señor” en una experiencia singular dieron también un paso en la fe. Nosotros hemos de dar un paso en la fe ante tal fecundo testimonio. Por eso Jesús exclama. “Dichosos los que crean sin haber visto”.
Todos los signos, las apariciones de Jesús resucitado movieron a los apóstoles a confesarlo vivo y glorioso :“para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios y para que creyendo tengáis vida en su Nombre”.
Lo que Jesús resucitado desencadena en los creyentes nos lo ha referido S.Lucas en el fragmento de los Hechos de los apóstoles. Salieron de su escondrijo y acudían a la enseñanza, a la oración, vivían la fraternidad y “alababan a Dios con alegría”.
Por el poder del Espíritu Santo la iglesia que permanece, permanentemente nos ofrece estos testimonios de fe que ha cambiado la vida de tantos creyentes.
A nosotros mismos nos ocurre lo que dice S.Pedro en su carta:”no habéís visto a Jesucristo y lo amáis, no lo veis y creéis en El y os alegráis con gozo inefable y transfigurado””Alegraos aunque de momento tengáis que sufrir un poco en pruebas diversas” y “seáis acrisolados como el oro”.
Acrecienta en nosotros la gracia para que comprendamos mejor la inestimable riqueza del bautismo que nos ha purificado, del Espíritu que nos ha hecho renacer y de la sangre que nos ha redimido”