OCTAVO DOMINGO ORDINARIO

OCTAVO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

1ªLct.:Eclesiástico 27,5-8:No alabes a nadie antes de que razone.

Sal.91,2-3.13-14.15-16:Es bueno dar gracias al Señor

2ªLct.:1ªCo.15,54-58:Nos da la victoria por Ntro. Señor Jesucristo

Evang.:Lc.6,39-45:Lo que rebosa el corazón habla la boca.

 

El fragmento del libro del Eclesiástico  emite un juicio sobre el hombre justo quien como fruto maduro sortea la criba que retiene la paja o el desperdicio de la cosecha .O es como una vasija de alfarero que soportando la cocción va a ser útil continente de agua o alimentos.

El autor sagrado apunta que la palabra, el discurso, el razonamiento que sale de la boca del hombre pone de manifiesto su sensatez, su equilibrio, su madurez o su desvío .”No alabes a nadie antes. de que razone”

El salmo responsorial es un elogio del hombre justo” que crece como una palmera”, ”que da fruto en su vejez”. Es bueno dar gracias al Señor…proclamar tu misericordia y tu fidelidad”, porque esaS son las virtudes de aquel que ha puesto su confianza en el Señor,

La vida del creyente discurre desde la gracia que ha recibido del Señor, del regalo de pertenecer al ámbito del Reino de Dios y se configura como una llamada gratuita y una respuesta libare y responsable que se ejercita en los valores del Reino: justicia, amor, verdad y que se siente llamado a ser testigo del Reino de Dios y su justicia, a ser justo que como árbol sano produce frutos buenos.

La Palabra de Dios ,el evangelio en este fragmento de S.Lucas, a través de una parábola sencilla ,nos hace caer en la cuenta de que “un ciego no puede guiar a otro ciego”; nos sitúa en el camino de Jesús Maestro quien guía a un puñado de discípulos. Jesús que es el camino la verdad y la vida, que encarna el espíritu de las bienaventuranzas(pobre,misericordioso,sincero,transparente,justo,perseguido) guía a sus discípulos allí donde debaten la luz y las tinieblas, la visión y la ceguera. Nos sitúa en el ámbito más complejo de lo que entendemos por juicio sobre nosotros y nuestros acompañantes de camino. Allí donde somos prontos para juzgar y condenar…clama Jesús para que nuestra mirada esté atravesada por la luz de la verdad. Para que en un terreno tan movedizo, como son nuestras apreciaciones sobre el prójimo, nuestros prejuicios, opiniones precipitadas y apasionadas, Jesús nos insta a “quitar la viga del ojo propio para poder sacar la mota del ojo del prójimo”. Jesús nos impulsa a la liberación, curación o sanación  de nuestros juicios para que sean limpios y positivos. Ahora que vamos a comenzar la Cuaresma, tiempo de conversión y de penitencia, nos anima someternos a una “cirugía del alma, una «cirugía ética» y «estética», para que corregidos de nuestros prejuicios apasionados y desviados aparezca la belleza interior de nuestra persona.

Nos inspiran dos salmos para esta operación .El precioso salmo 139, como una radiografía de nuestro interior: «Señor, Tú me sondeas y me conoces, conoces mis pensamientos, me has entretejido en el seno de mi madre, si escalo el cielo allí estás tu, si voy al fondo de los mares…allí estás Tú. ¿A dónde escaparé de tu mirada? Tu penetras mis pensamientos». Y el salmo 50: «Misericordia, Dios mío… Renuévame por dentro con espíritu firme. Te gusta un corazón sincero. “Sin cera” como las esculturas encontradas en excavaciones que hay que reparar con cera…De ahí que sin-cero, sin-cera es lo mismo que sin aditamentos, componendas,prejuicios,distorsiones . Por eso bienvenidos los ojos limpios, trasparentes, radiantes .De ahí que » un corazón contrito y humillado tú no lo desprecias».

Un creyente  tuvo una visión de su alma como una cueva de estalactitas y estalagmitas, columnas calcáreas formadas después de muchos años. Y el Señor le ayudó. El Cuerpo y la Sangre que vas a tomar será el mejor disolvente de esos impedimentos que llevas en tu alma, de las vigas y de las motas de tus ojos.

“Señor, que progresemos según tus designios, que gocemos de una paz estable y tu iglesia se alegre de poder servirte con entrega confiada y pacífica.” ”Tú nos das lo que hemos de ofrecerte. Que lo que nos otorgas para que redunde en mérito nuestro, nos ayude a alcanzar los bienes eternos”. ”Este sacramento con que ahora nos fortaleces nos haga uno día ser partícipes de la vida eterna”  

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