DOMINGO TERCERO DEL TIEMPO ORDINARIO
Neh 8,2-4a.5-6.8-10:Leyeron el libro de la ley y todo el pueblo estuvo atento
Sal.18,8-9.10.15:Tus palabras, Señor son espíritu y vida
2ªLct.:1ªCo.12,12-30:Vosotros sois el cuerpo de Cristo.
Evang.:Lc.1,1-4;4,4-21:Hoy se cumple esta escritura.
En este tercer domingo del tiempo ordinario, vuelve a resonar en la proclamación de la Palabra de Dios, el bautismo de Jesús por Juan en el Jordán con la unción o efusión
del Espíritu Santo. Hoy es en la sinagoga de Nazareth donde Jesús proclama el fragmento de la Profecía de Isaías sobre el Mesías.
De nuevo se nos ofrece la identidad del Mesías sobre el que desciende el Espíritu de Señor par a dar una noticia de salvación, anunciar la libertad, dar vista a los ciegos y anunciar el año de gracia. Y añade: Hoy se cumple esta palabra.
Llama la atención que el ministerio de evangelización de Jesús, La Palabra de Dios hecha carne, se realice con el poder y autoridad de sus Palabras(“no habla como los escribas y fariseos”) que además realiza signos de curación: ”Quiero, queda limpio”, ”Que se cumpla según has creído”, ”Cállate, sal de él” , ”Mandó callar a la tempestad”. Es la Palabra que cura, perdona, expulsa demonios, resucita muertos y actúa en la naturaleza.
Jesús es la Palabra de Dios que cuando habla la gente lo escucha con atención , emoción y esperanza. Su actuación como Palabra de Dios nos remite a la solemnidad con que en Jerusalén al regreso del exilio. El sacerdote Esdras, leyó desde el amanecer hasta el mediodía. Sobre un Estrado Esdras, Nehemías, el gobernador y los levitas enseñaban la palabra de Dios. Hoy es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes pues el gozo del Señor es nuestra fortaleza.
Hoy, aquí y ahora, ha sido proclamada la Palabra de Dios, escrita que recibimos por tradición de generación en generación en la comunidad sostenida por el magisterio de los pastores, los obispos con su ministerio de discernimiento.
Hoy también desde este estrado, desde este ambón, lugar de la Palabra de Dios, que en determinadas solemnidades es reverenciada con el incienso perfumado, el espíritu Santo da vida a la Palabra que escuchamos.
Vivimos de la Eucaristía, del banquete de la Palabra y del Cuerpo y la Sangre de Jesús que ha ofrecido al Padre un sacrificio de alabanza, de una vez para siempre, como rúbrica de la Palabra de la Verdad que siempre emitió.
Vivimos de la Palabra de Dios, ungida por el Espíritu Santo. Ya hemos notado la tarea del evangelista Lucas recogiendo testimonios aquí y allá, contratados como un elegante historiador de la comunidad cristiana sobre el fundamento de los apóstoles, los pastores.
Durante 600 días ordinarios de dos años consecutivos y 156 domingos de tres ciclos litúrgicos(A,B,C) nuestra madre la Iglesia va desplegando galerías de fragmentos significativos e interesantes de todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento. En estos últimos años circulan los libritos “evangelio de cada día”, un sencillo y preciso instrumento de la Palabra.
Vivir de la Palabra de Dios. Escuchando con corazón atento, rumiando, meditando y contemplando. ”Hoy se cumple esta Palabra que acabáis de oír”.”El gozo del señor es nuestra fortaleza. Ahora se mueve entre nosotros el Espíritu, nos visita, nos da una palabra de bendición, nos inspira y nos alienta
Hay estudios interesantes sobre la Sagrada Escritura por biblistas competentes que nos ayudan en la comprensión de la Palabra de Dios pero cualquier creyente que con sencillez y humildad se acerca a la lectura de la Palabra de Dios puede recibir el mensaje que bulle en este caudal del palabras humanas en las que circula la Palabra de Dios. ”Porque hemos sido bautizados en un mismo Espíritu” y este Espíritu es quien nos ilumina al recibir la Palabra que se proclama solemnemente en la Eucaristía o en la lectura silenciosa y personal que podamos hacer.
Sobre la riqueza de la Palabra de Dios dice S.Agustín que él para verter un concepto, idea o transmitir uno discurso acude a las palabras que a través de la voz salen hacia loa demás y que la voz desaparece pero vosotros habéis recibido su riqueza, os habéis enriquecido y no me he empobrecido porque guardo en mi corazón la Palabra. La Palabra de Dios es como un alimento que se multiplica y se reparte gratuitamente .
Dice S.Gregorio Magno que la Palabra de Dios crece cuando se lee. La Palabra de Dios se amplifica, se extiende, descubre nuevos matices y horizontes. Algún teólogo audaz dice que los hechos o acontecimientos de nuestra salvación(Creación, Encarnación, Vida, muerte y resurrección del Señor…) son más reales que cuando sucedieron. Al principio los conocieron pocos, luego se ha ampliado el radio de creyentes y además el espíritu Santo ha ampliado su contenido, su sentido, su trascendencia.
La Palabra de Dios nos ofrece también el magnífico “libro de los salmos” con el que el Señor nos enseña cómo dirigirnos a él en la oración. Nos sentimos colmados con sus expresiones bellísimas, exuberantes de alabanza, acción de gracias y a veces llenas de arrepentimiento.
“Que te agraden las palabras de mi boca y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón “(Sal.18,15)
Un devoto que había perdido su libro de oraciones ,en el campo, y a la caída de la tarde debía orar se preguntaba ¿qué haré? ¿cómo lo haré?…Después de pensar un poco se dijo: ya sé…Voy a deletrear despacio el abedezario muy despacio y Tú, Señor, que lo conoces todos formas todas las oraciones que yo te iba a decir…Dijo el señor a los ángeles que aquél día no había recibido ninguna oración tan fervorosa como la del devoto .
Tus palabras, Señor, son Espíritu y vida. “Tu Palabra me da vida «Ayúdanos a llevar una vida según tu voluntad» «Al consagrar nuestros dones con el poder de tu Espíritu que se conviertan para nosotros en dones de salvación»
Que cuantos hemos recibido tu gracia vivificadora nos alegremos siempre de este don admirable que nos haces.