DECIMOCTAVO DOMINGO ORDINARIO

  DECIMOCTAVO DOMINGO

 

1ªLct.:Isaías 55,1-3:Daos prisa y comed

Sal.144,8-9.15-16.17-18:Abres tú la mano y nos sacias de favores.

2ªLct.:Rm.8,35.37-39:Ninguna criatura podrá apartarnos del amor de Dios.

Evangelio. Mt.14,13-21:Comieron todos hasta quedar satisfechos.

 

Es tan frágil y necesitada nuestra naturaleza que todos los días, por lo menos, en tres ocasiones acudimos a la mesa para comer. Una vez al año, de manera solemne, por medio de “Manos Unidas, campaña contra el hambre” nos solidarizamos con el mundo del hambre y la miseria. En la vida ordinaria vuestros donativos para los pobres dirigidos a la institución eclesial Caritas ,hace que la comunidad eclesial se haga presente en medio de los pobres.

Este rito del comer se ha cultivado tanto que el ingenio del hombre ha creado una cultura rica y sofisticada para que dicha acción tenga su sentido más placentero. En su extremo le lleva al hombre a la gula y a la glotonería.

Un acento que enriquece el acto de comer es el banquete, la comida en común, signo de familia, fiesta y alegría.

Y esta experiencia del hambre y la comida, la sed y la bebida, del banquete ,le lleva al profeta a alertar a los fieles creyentes de su relación con Dios semejante a la participación en un banquete abundante y generoso: ”oí sedientos, comprad trigo, comed sin pagar”, ”¿por qué gastáis dinero en lo que no alimenta?”¿y el salario en lo que no da hartura”. Por elevación de lo visible a lo invisible el profeta pide una nueva relación con Dios: ”escuchadme y viviréis”, ”sellaré con vosotros alianza perpetua”. Pues el Señor “da la comida su tiempo y sacia fe favores a todo viviente”.

Y así  esta palabra de Dios nos introduce en el ámbito de Jesús que anuncia el Reino  de Dios curando enfermedades, dando de comer a una multitud y despertando el sentimiento de solidaridad: ”dadles vosotros e comer”, ”comieron todos y quedaron satisfechos.

Un grupo de personas rodearon una fuente inmensa de rica y humeante arroz. A todos se les entregó un largo cubierto para comer pero era imposible tomar el arroz y llevarlo a la boca. Así hasta que a uno de los comensales se le ocurrió tomar con su cubierto arroz y le dio de comer al que estaba en frente. Y así fueron haciendo los demás y así se creo un cielo de solidaridad.

Jesús desde la realización de estos signos: curar y dar de comer nos lleva con una mirada profunda al banquete de la Eucaristía y del reino de Dios soñado por Isaías. 

Con los ojos nuevos de la fe transcendiendo “nuestro pan de cada día” descubrimos que “no sólo de pan vive el hombre” sino del sentido que el Señor nos regala en  el banquete de la  Palabra y de la Eucaristía. ”Tomad, comed, esto es mi cuerpo…tomad, bebed…””Haced esto en memoria mía”…Tomad, comed este rollo de palabra…y fue en mi boca,dulce como la miel…(Ez.3,1…)Ante nuestra distracción, superficialidad  o pobreza el Señor nos inspira una palabra: “No soy digno pero una palabra tuya bastará para sanarme.

A una mujer no creyente, un sacerdote le regaló un libro sobre la eucaristía, escrito por él mismo y después de leerlo como confusa, extrañada y admirada exclamó:¡Si esto es verdad es para estar toda la vida adorando arrodillada¡. Un  neoconverso  católico que había pertenecido a una iglesia separada y  había oído cosas horribles sobre las reuniones de los católicos, acudiendo poco a poco a la Eucaristía fue constatando cómo se iban realizando todos los ritos  conforme a la Escritura que él conocía: Este es el Cordero de Dios…Una palabra tuya…El cordero degollado… Lamentaba los comentarios que ignorantemente había oído en su iglesia. 

S.Pablo después de todos sus viajes anunciando a Jesucristo con luchas y persecuciones,con palizas y naufragios y lamentando la oposición del pueblo judío, después de todo puede exclamar convencido :¿Quién me separará del amor de Dios…Nada me separará del amor de Dios manifestado en Cristo.» El me amó y se entregó por mí»…él, Pablo, que había recibido la tradición de la institución de la Eucaristía por Jesús ,nos insta a acoger y celebrar con amor el Sacrificio y banquete de la Misa. Por eso “cada vez que celebramos la Eucaristía anunciamos la muerte del Señor hasta que vuelva” Y por eso venimos a la Eucaristía. No por el cumplimiento de una norma de la iglesia; no porque Dios necesite de nosotros, sino porque así damos gracias a Dios y nos nutrimos de su gracia porque lo más grande que nos ha ocurrido es que Jesús nos ha elegido, nos ha justificado y nos ha glorificado

El conocimiento y el amor de Jesucristo de quien nadie nos podrá separar es la fuerza que nos impulsa a anunciarlo compartiendo con los demás nuestros dones.

«Renueva y protege, Señor, la obra de tus manos en favor  de los que te alaban como creador y guía.» «trasfórmanos en oblación perenne». «A los que has renovado con el pan del cielo, protégelos siempre»

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