TERCER DOMINGO DE PASCUA

TERCER DOMINGO DE PASCUA

 

1ªLct.:Hch.2,14.22-28:No era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio

Sal.15,1-2ª.5.7-8.9-10.11:Señor, me enseñarás el sendero de la vida.

2ªLct.:1ªPe.1,17-21:Habéis sido redimidos con la sangre de Cristo, el cordero sin                   defecto.

Evangelio: Lc.24,13-35:Le recocieron al partir el pan.

 

 

Dios resucitó a Jesús y todos nosotros somos testigos. Los apóstoles han visto a Jesús resucitado. Sin esta manifestación excepcional de Jesús resucitado los apóstoles no  habrían podido iniciar una predicación tan poderosa y convincente.

Por un lado no han dejado en el pasado un acontecimiento que los humilló y escandalizó: ”os lo entregaron y por medio de paganos lo matasteis en una cruz” y por otro, sorprendidos  por el resucitado, han dudado, no lo han reconocido de inmediato o se han querido abrazar a Jesús de siempre o han pedido pruebas como Tomás. O han creído que aquello era  una fantasía.

Ahora la limpia, genuina y convincente confesión es :“Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte”. Ha triunfado la vida sobre la muerte. El amor es más fuerte que la muerte.¡Jesús está vivo¡Ha resuciado¡¡Aleluya¡

Así es la predicación de Pedro acompañado por los 11 apóstoles .»Se apareció a muchos,no a todos». Potente, convicción   en el Espíritu Santo :» en el día de Pentecostés.  He aquí de nuevo el kérigma, grito, la predicación  de que  Jesús crucificado,muerto y sepultado resucitó. La muerte ya no tiene dominio sobre Él porque Dios ha roto sus ataduras. El resultado de este potente anuncio es: “se alegra el corazón, exulta mi lengua, mi carne descansa serena “Me has enseñado el sendero de la vida  y me saciarás en gozo en tu presencia”. Con expresiones del salmo 33 se dibuja lo que acontece al creyente cuando acoge este anuncio. 

Y esto porque “ya sabéis con qué os rescataron de este proceder recibido  de vuestros padres: no  con bienes efímeros, con oro o con plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el cordero sin defecto ni mancha”(IPe 1,19).Tanto nos amó que dio su vida por nosotros.

Como los de Emaús, realizamos el camino de la vida y a cuantos estamos aquí se nos ha dado esta luz de la resurrección de Jesucristo. Caminamos con tantos hombres y mujeres, a veces, a trompicones, a codazos, en la oscuridad. Pero al menos con esta luz de Jesús caminamos con esperanza. Entre luces y sombras, alegrías y sufrimientos, en lo prosaico y rutinario de la vida. En algunos momentos Jesús resucitado nos sorprende con su palabra y su amor.”El me ha tocado, lo he sentido”. Luego desaparece y somos instados a encontrarnos con Él en las Escrituras, en la fracción del pan,, en el amor, en la reunión con los hermanos y en el ministerio de los pastores.

 A algunos les parece una locura la “pasión y resurrección del Señor” pero aquellos creyentes que se toman en serio su vida y la entregan y viven  en coherencia total con la vida en el Señor sostenidos por el Espíritu Santo, continúan confesando: Es verdad, Jesús ha resucitado, Jesús vive y yo soy su testigo.

Por eso ”recibe, Señor, las ofrendas de tu Iglesia exultante de gozo y pues en la resurrección nos diste motivo de tanta alegría, concédenos participar de este gozo eterno””Que tu pueblo exulte siempre al verse renovado… y rejuvenecido en el espíritu que la alegría de haber recobrado la adopción filial afiance su esperanza de su resurrección. ”Señor, mira a tu pueblo y ya que has querido renovarlo con estos sacramentos de vida eterna, concédele la resurrección gloriosa”

 

 

 

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