DOMINGO SEXTO DEL TIEMPO ORDINARIO
1ªLcrt:Jer.17,5-8:Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor
Sal.1,1-2-3-43- y 6: Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor
2ª1ª Lct.Co.15,12.16-20: Si Cristo no ha resucitado vuestra fe no tiene sentido
Ev.:Lc.6,17.20-26: Dichosos los pobres;¡ay de vosotros los ricos¡
Un rey quería saber a qué se dedicaba Dios, qué hacía Dios. Para ello convocaron a palacio a distintas personalidades entendidas, filósofos, pensadores pero el rey no quedaba convencido con sus respuestas. En una ocasión se presentó en el palacio uno pobre hombre vestido de harapos, quien prometió al rey responder a sus preguntas sobre lo que hacía Dios pero le puso una condición. Ambos, el pobre y el rey se intercambiarían lo vestidos. Una vez que se pusieron los vestidos el pobre hombre: Majestad, esto es lo que hace Dios: ponerse nuestra vestimenta humana .
Hemos escuchado a Jesús en el evangelio el Sermón de las Bienaventuranzas. Imaginamos a una gran multitud de gente, ávida de las palabras del Maestro y los gestos sanadores. Allí hay gente pobre, personas de paz ,sinceras, pacientes, guiada por actitudes de justicia y verdad y a veces perseguidas por hacer el bien. Y entonces Jesús clama: Dichosos, bienaventurados vosotros porque habéis elegido un camino correcto, ordenado de la vida a pesar de las apariencias de la vida y por lo que podéis ser considerados como perdedores, fracasados. Porque justamente Jesús mismo encarna estos valores, estos vestidos. Las bienaventuranzas son también como una fotografía de Jesús.
Las bienaventuranzas no son como una cadena de mandamientos más elevados y difíciles que los de la ley de Dios. Las bienaventuranzas son estilos de vida de aquellos que siguiendo a Jesús no puede por menos de seguirle y crecer , “teniendo los mismos sentimientos que tuvo Jesús quien siendo de condición divina, se hizo hombre, se anonadó y siendo obediente hasta la muerte y muerte de cruz”.
El bienaventurado, el discípulo de Jesús, el dichoso por el Reino de Dios ,vive de la corriente de gracia que mana de Jesús y no presume o alardea de nada. Es bendito porque confía en el Señor y hunde sus raíces en la corriente de la gracia y la misericordia.
También el profeta Jeremías y Jesús, se lamentan de la situación de aquellos que sólo confían en su poder y vanidad personal. El quicio de su vida es su propio ego henchido y autosuficiente. Todos los ¡ayes¡ y lamentos de Jesús ponen de relieve la elección desencaminada y falsa del hombre que ha sido creado libre y responsable.Al bienaventurado(pobre,mando,limpio,transparente,misericordioso,pacífico,justo,perseguido por causa de Dios)le espera la vida eterna. La buena noticia de la salvación de Jesucristo se anuncia como el triunfo del Amor. S.Pablo ,cuyo eje de predicación es Jesús crucificado y resucitado hoy forcejea, debate, rivaliza con aquellos que niegan la resurrección de los muertos. Argumenta y rebate con un calor inteligente, intuitivo…»Porque si los muertos no resucitan(que es lo menor) tampoco Cristo ha resucitado» y se convierte en una mentira de gravísima consecuencia que trastorna y rompe cualquier esperanza humana en que el inocente es lo mismo que el criminal, fuera de toda lógica humana. A este golpe negativo S.Pablo responde con una contundente y briosa confesión: Cristo resucitó de entre los muertos, el primero y es primicia de los que resucitarán.
Señor, te complaces en los rectos y sencillos de corazón, concédenos vivir por tu gracia y merecer tenerte siempre con nosotros. Que esta oblación nos purifique y nos renueve y sea causa de eterna recompensa para lo que te siguen. Que busquemos siempre las fuentes de donde brota la vida verdadera.