DOMINGO TERCERO DE CUARESMA

TERCER DOMINGO DE CUARESMA

1ªLct.:Ex.17,3-7:Danos agua para beber.
Sal.94,1-2.6-7.8-9:Escucharemos tu voz, Señor.
2ªLct.:Rm.5,1-2.5-8:El amor de Dios derramado en nuestros corazones.
Evangelio: Jn.4,5-42:Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.

El relato del libro del Éxodo describe la situación desesperada de los israelitas y Moisés “que se mueren de sed” tentando a Dios con una pregunta inquietante:”¿Está o no está el Señor en medio de nosotros? ¿Nos has hecho salir de Egipto para morir de sed a nosotros,a nuestros hijos y a nuestros ganados?».¿No es verdad que en nuestro foro interno en alguna ocasión, en situaciones dolorosas ha pasado por nuestro corazón esta misma pregunta? La presencia del mal sacude la conciencia del hombre que no puede controlar ni dominar lo que es causa del sufrimiento y ardorosamente busca respuestas.Ante tal queja y tentación ,el Señor interviene:»toma el cayado y golpearás la peña y saldrá de ella agua pra que beba el pueblo».Nombrá a aquel lugar Masá y Meribá como recuerdo de la reyerta de Israel y la tentación:»¿Está el Señor o no está con nosotros?.Y luego con el salmista:Venid,aclamemos a la Roca que nos salva,no endurezcáis el corazón como en Meribá…»Pues siempre el Señor es nuestro pastor que ha realizdo grandes obras.
San Pablo en el fragmento de la carta a los Romanos se muestra contento, justificado, lleno de gracia, porque “el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado”.Y lo que se le ha pedido es “creer” ”la fe”,apropiarse de la gracia.A la tentación de «¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?, S. Pablo responde que lo asombroso de nuestro Dios, la prueba de que Dios nos ama y está con nosotros-algo inaudito e inesperado -es que siendo injustos y pecadores, un justo, Jesús, murió por nosotros”.Por eso:”Venid, aclamemos al Señor, no endurezcáis el corazón porque El es nuestro Dios”.
La paciencia y la intercesión de Moisés ante Dios, su liderazgo y pastoreo con el rebelde pueblo de Israel encuentra su perfección en Jesús tal como hoy lo muestra en el Evangelio.
El encuentro de Jesús con la samaritana ha dado ocasión a los escritores espirituales para unos sabrosos comentarios y lúcidas interpretaciones. San Agustín ve en la mujer samaritana la figura de la Iglesia aún no santa que recibe el don del Espíritu Santo, el agua viva.Y además es figura de la Iglesia de pueblos extranjeros, no judíos.
Nosotros mismos en este tiempo de cuaresma, de conversión y penitencia, de escucha asidua de la Palabra de Dios nos sentimos sorprendidos por este diálogo en que captamos el sentido pedagógico de Dios y de Jesús que conduce suavemente a la persona al ámbito de la fe que salva.
Jesús, Dios sediento de agua y necesitado de ayuda para beber, desafía los imponderables de la convivencia y se dirige a una mujer, samaritana, enemiga de los judíos.
Atravesado este primer umbral, haciéndola caer en la cuenta de la realidad de la sed y la necesidad de beber ,le impulsa a reconocer otra necesidad no menos real que la anterior reprimida o camuflada entre deseos, desdenes, autosuficiencias que desvían la atención:”Si conocieras el don de Dios y quién te dice dame de beber, le pedirías el agua viva”.
Así es nuestra condición humana. Vemos la realidad inmediata, nos conformamos con lo que entra por nuestros sentidos que en tantas ocasiones también nos engañan en su apariencia hasta que otras personas nos ayudan a descubrir los matices y detalles de la realidad. Nos ayudan a conocer mejor la vida, su riqueza.¡Cuánto no debemos a nuestros padres, maestros, gentes de bien.
Jesús lleva a la mujer hasta el fondo de sí misma, le ayuda conocerse y a reconocerse ,y al convertirse y cambiar, al experimentar convirtiéndose y fiándose la exclamación sublime:”¡He visto al Mesías¡”.
Da testimonio de la visto, creído y experimentado y sus convecinos también se sienten sorprendidos:”ya no creemos por lo que nos dices sino por lo que vemos”.
Jesús, hoy también está aquí presente resucitado aunque velado bajo tantos signos y símbolos eucarísticos: palabra, pan, vino, color, vosotros mismos, yo mismo…
Hemos de reconocer que cautivados por lo inmediato ,somos perezosos ,nos resistimos al mundo de lo invisible porque nos supone esfuerzo.
Seguramente que hemos oído hablar de los pescadores de perlas que se lanzan hasta el fondo en el agua que tira de ellos hacia arriba. Ellos bucean y bucean e intentan con gran esfuerzo llegar hasta el fondo para pescar una perla que los llena de alegría y satisfacción.
El camino creyente a veces se hace fatigoso pues nos resistimos a ir donde el Señor nos quiere para hacernos felices dándonos el agua viva. De ahí que nos ofrece el don del Espíritu Santo.
Pedimos al Señor nos ayude a realizar la experiencia de caminar con El siendo restaurados por su misericordia. Haz, Señor que cada uno nos convirtamos en surtidor d agua que salta hasta la vida eterna.»Alimentados ya en la tierra con el pan del cielo,prenda de la eterna salvación,te pedimos Señor,que se haga realidad en nuestra vida lo que hemos recibido en este sacramento.»

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